Desaparecer y ya

“Se que tu vida no ha sido fácil, pero has estado sólo mucho tiempo y has demostrado que puedes.”

¿Es un punto medio? No soy lo suficientemente miserable para quitarme la vida, pero tampoco lo suficientemente alegre para dejar de desear la muerte.

Si existe una forma de decir la mentira perfecta y al mismo tiempo la verdad absoluta al mismo tiempo, dios la encontró al crearme… en caso de que exista dios.

El final es un hecho innegable que la soledad es inherente en la existencia de esto que soy, si es que existo. Al final todos se van, al final, de los puntos suspensivos se van difuminando: primero uno y después otro. Después de todo llego a la conclusión ¿Qué importa? ¿Qué más da? Siempre hay promesas, siempre quieren estar con uno, siempre quieren entender y conocer, pero son palabras, y como toda palabra al paso del tiempo es olvidada; muere. El interés, el amor, la compañía, la preocupación… siempre terminan y cuando terminan son primero un paciente terminal, y justo antes de terminar se vuelven una lengua muerta.

Cada palabra, cada verso, cada sonrisa y cada beso, al morir se llevan consigo un poco de fe, un poco de mí, hasta que una tumba se vuelve mausoleo, y este se vuelve panteón. La procesión continuara hasta que sea una isla desierta y pierda todo de isla; quizás aquí paren, únicamente en el desierto, solo un desierto, ciertamente solo.

Ahora me amo, antes no me amaba, ni siquiera me caía bien yo mismo. Pero ahora mas que nada me acepto y me amo porque tengo que aceptarme y quererme. Mas por obligación que por humanidad, y es que es tan difícil estar conmigo, yo lo se y lo reconozco, yo más que cualquiera de ustedes, me voy a la cama conmigo, despierto y me baño conmigo, me bajo los pantalones y me siento en el inodoro conmigo, tomo mi café, desayuno, eructo y maldigo, siempre conmigo. Que difícil, que pesado, soy el único con la obligación de soportarme, de apoyarme, de hablarme y escucharme, solo yo y nadie más. Todos pueden irse, pero yo me quedo. Nadie los culpa, créanme, porque si yo pudiera, también me iría y me dejaría solo.

Aceptar este destino no fue tan fácil como escribirlo, pero después de aceptado es menos fácil vivir con la conciencia de la soledad que volver a engañarse, autoengañarse con cuentos de hadas, con amistades fantásticas, con un yo merecedor de eso que llaman felicidad y no tregua. Yo que de la vida mame el ceno del ajenjo, y el hada verde acaricio mis sueños adolescentes ¿Qué puedo esperar de adulto? Si es que soy un adulto, y no un niño encerrado en un cuarto bajo la cama llorando sobre el polvo, haciendo charquitos de mugre hasta dejarse la cara negra, moldeándose una máscara de barro ultra absorbente, ultra seca, ultra sonriente ¡solo le falta oler a manzanilla!

Escribo solo porque estoy cansado, escribo solo porque no quiero dormir, pero tampoco quiero la vigilia ¿Tengo derecho a querer? ¿Tengo algún derecho? ¿Tengo? Desaparecer, no morir ni vivir, solo desaparecer sin más ruido, sin bulla, sin misa, sin ataúd ni arrepentimientos fingidos. Solo desaparecer y ya. Dicen que siempre puedo, como si enserio estuviera pudiendo en este momento.

Fernando B. Salgado