Piensame, luego existo

Te pienso y te busco, es verdad; eres recuerdo en mi mente, mi piel se niega al intercambio celular para no perder tus caricias, tus besos, el sudor que alguna vez compartimos. Al final termina cediendo a la natural y arromántica fisiología que dicta lo que debe pasar. 

Los días pasan y con ellos cedo tus recuerdos, se ceden solos, mejor dicho: digamos que cae una escama fina de piel donde antes estuvo tu beso. Entonces debajo de ella crecen nuevas células que aprendieron a necesitarte. No se si lo comprendas, trato de decir que tan profundo llegaste a mi vida, que te mezclaste en mis células y estas crean receptores para tu mera existencia. Porque sé que existes, aunque estés lejos.

A veces logro distraer el llamado quimiotáctico con un poco de poesía, un cigarrillo o una buena siesta, a veces un libro o una cerveza… pero aun en aquellos momentos bajo la presión de realizar mis actividades diarias, siempre estas tú, como una pequeña lucecita que se anuncia y avanza con paso inquebrantable. Aunque lo hayan dicho muchos poetas, escritores, aedos errantes; nadie lo ha dicho con mayor justicia que yo -Eres mi primer pensamiento en al despertar y el último antes de soñar- y más que pensamiento, eres una sensación que nació en cada una de mis más de tres billones de células corporales. 

Ahora que si dejamos de lado los libros y los artículos para hablar del alma, entonces te pido que cambies esa expresión risueña, quizás incrédula y un tanto juguetona. Porque el alma es mucho más seria, el alma no se limita a alguna vana distracción. A veces ni siquiera acepta tregua.

El alma es voluntad, es atracción, deseo, sueños oníricos, contemplación, arte. El alma es locura y gracias a ella puedo besarte mi locura para que pueda entenderse un poco cuerda.

Este éter que reaccionó al apenas conocerte se negó a seguir existiendo si no podía coexistir junto a ti. A veces es un manicomio mi interior gracias a este éter, alma y corazón no entienden de moléculas, de distancias, de tiempo. El alma no se descama, no negocia ni da el cambio de las tortillas cuando se le deja enamorarse libremente. A lo que voy y no creo que sea un punto final. Mi existencia clama tu presencia, aunque muera un poquito cada día y renazca con una simple de tus llamadas. Esperanza, dulce analgésico de tratamiento sintomático para la ausencia. 

Debo ser fuerte, debo seguirte escribiendo cada vez más loco, cada vez más sediento de una sola saliva, de un solo tacto, de un solo par de labios. A veces me pierdo y ya no sé cual es mi forma, mi color, mi ancho ni mi altura. Sin tus ojos espejo que me reflejen. ¿Tendré aroma sin tu nariz que me huela en un abrazo profundo y misterioso?

Piénsame, luego existo. Mon Amour…

- Fernando B. Salgado

Deja un comentario