Todos aman la lluvia.

Apago las luces
cierro la puerta
enciendo un cigarrillo
y abro las ventanas.

Soy un ser extraño
un cliché
soy tinta,
pluma agotada.

Escribo sin versos
sin rima, sin sentido,
sin regla
sin dedicatoria.

Ya no quiero,
estoy triste y cansado
de querer cariño
pero no migaja.

Comienzo a temer al prójimo
comienzo a temer
al amor a medias
temo a los que temen
temo a las mentiras
temo a sus heridas.

Otra vez un corazón roto
arto ya de ser viaje
sin ser destino
arto de ser estación
arto de temer a mi querer.

Sentir que está mal
esta forma tan mía
de entregarme
de mi amar
del temor a mi “intensidad”.

Estoy cansado de frenarme
del ritmo del mundo
de que las heridas
cicatricen las flores
y vengan marchitas sin espinas
con caducidad y cautela
pétalos y semillas.

Página en blanco
cielo sin estrellas
¡Esas estrellas!
hasta ellas dejan de brillar…

¿Mueren porque se apagan
o se apagan porque mueren?

Estoy harto de sentirlo todo
del tonto corazón
del necio palpitar,
que se entrega sin “peros”
que tiene la fuerza
de cien ejércitos
y al mismo tiempo
es un pampo de dientes de león.

Escribo para no perderme
escribo para entenderme
¿Cuántas hojas han sufrido
la violencia de mi pluma?

Mi almohada podría ser
un mar muerto,
una noche eterna,
una caja de pandora.

Me da miedo la boca
que promete a la ligera.

Me hace pensar
que sus besos
son oportunistas.

Crece en mi escepticismo.

Hay un baobab brotando
en mi corazón.

Fernando B. Salgado

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